¿Cuántas veces en la vida escuchamos algo que no queremos?, y no se trata simplemente de ir por ahí y oír una conversación por error. Hablo de cuando queremos tanto que nos digan algo, sabemos lo que necesitamos, y las palabras suenan de una manera completamente diferente.
Puede pasar en cualquier aspecto de nuestras vidas. Por ejemplo, en la adolescencia lo único que queremos es hacer a nuestros padres orgullosos. Por más difíciles que seamos en nuestro crecimiento, muy en el fondo lo único que queremos escuchar es que se encuentran orgullosos de nosotros. De quienes somos.
O ya cuando estamos en la adultez. Muchas veces nos esforzamos en tantos escenarios de nuestras vidas que lo mínimo que queremos escuchar es que alguien reconozca nuestro trabajo duro. Pero, la mayoría de las veces, eso no tiende a suceder. Y puede ser realmente frustrante para cualquier persona.
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Muchas veces lo que queremos escuchar sólo puede ocurrir por un golpe de suerte. Como cuando un paciente de cáncer va a la consulta luego de haber atravesado la quimioterapia. Quiere oír que se ha curado, que está sano, pero eso siempre va más allá de las manos de los humanos.
¿Y qué sucede cuando no escuchamos lo que queremos?, en el mejor de los casos seguiremos esforzándonos, sin importar cuanto nos cueste, hasta que lleguemos al punto donde por fin las palabras que anhelamos nos sean dichas. Pero no siempre es así. No cuando se atraviesa por otros procesos.
Cuando somos inseguros de nosotros mismos, y no escuchamos lo que queremos, existe la posibilidad de que sea un motivo por el cual comencemos a dudar si somos lo suficientemente buenos para algo. O si realmente vale la pena que nos esforcemos si nadie está viendo el trabajo duro que estamos haciendo.
Es como que tu pasión sea la música, y te estés esforzando realmente en desarrollar tus habilidades de la mejor manera. Lo mínimo que queremos escuchar es que somos talentosos, pero, cuando pasa el tiempo y no recibimos un cumplido es común que te llegues a preguntar si realmente lo estás haciendo bien.
Y ese ejemplo lo podemos personalizar para cualquier aspecto de nuestras vidas. Si no te dicen lo que quieres escuchar puedes comenzar a dudar si alguna vez realmente esas palabras serán dirigidas a ti. Si vale la pena todo el esfuerzo que estás haciendo para lograr que las emitan.
Pero, más importante de centrarnos en lo que queremos escuchar proveniente de otras personas, es saber cuándo es necesario que nos paremos frente al espejo y nos digamos a nosotros mismos todo aquellos que sabemos que nos merecemos, y nadie se está tomando la importancia de decirnos.
Si te has tardado tres horas arreglándote para salir, y quieres que lo reconozcan, no dudes en mirarte al espejo y decirte “Si, estás muy bonita”. Eso te ayudará a que, sin importar que nadie más lo diga, te sientas lo suficientemente segura como para que no te importe en lo absoluto.
Algunas veces trabajamos duro y no somos reconocidos. Pero no tiene que importarnos. Debemos ser capaces de felicitarnos a nosotros mismos cada vez que acabemos con una tarea que sabemos que nos ha costado un poco de esfuerzo. Eso hará que nos sintamos bien sin importar si los demás lo notan.
El decirnos a nosotras mismas lo que queremos escuchar nos ayudará a llegar a un estado de que no necesitaremos depender de las opiniones, observaciones, o celebraciones de otros para sentirnos bien con cada aspecto de nuestras vidas. A un punto donde la única voz que necesitaremos escuchar será la nuestra.
Portada: Christopher Campbell