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La vida después del dolor

Vas a estar mal. Vas a tener días en los que vas a querer renunciar a absolutamente todo. Vas a sentir que no puedes salir adelante, y hasta vas a llegar a sentir que no quieres salir adelante, que estás cansado de querer estar bien y nunca poder lograrlo. Vas a pasar días sin salir de tu casa. Vas a perderte fiestas, cenas, eventos, por no querer fingir que estás bien, por no poder hacerlo.

Vas a tocar fondo. Vas a creer que nada va a estar mejor. Vas a pensar en lo impensable, vas a creer que te lo merecés porque la felicidad es para los demás, y vas llorar y sentir que cada aspecto de tu vida, está mal.

Y ahí, justo en ese momento, en ese momento en el que todo se termina de deteriorar y destruir y absolutamente cada detalle de tu vida te entristece, ahí aguanta un poco más. Porque justo en ese momento, quizás por instinto, o quizás por amor propio (ese que pensabas que no tenías) vas a aferrarte a cualquier cosa en el simple intento de salir adelante. Y te vas a dar cuenta que hay muchas cosas de las cuales sacar fuerza.

Vas a buscar ayuda, y vas a darte cuenta de que siempre tuviste a personas que buscaron ayudarte, y quizás empieces terapia, y quizás ya no estés tanto tiempo encerrado en tu habitación, y quizás ya no llores por absolutamente todo, y quizás te sientas acompañado hasta de un cantante y de una canción, y eso baste para sentirte menos solo y más comprendido.

Y vas a volver a recaer, porque es absolutamente normal. Vas a volver a sentir que el esfuerzo nunca tiene su recompensa. Vas a volver a sentir que nunca podrás ser feliz. Pero no te rindas, prométetelo. Porque así como estuviste bien un par de días, así como por un tiempo el dolor no fue permanente, podrás estar bien durante más días.

Quizás puedas estar bien una semana entera, y ese dolor que parecía nunca desaparecer cada vez se vuelva menos frecuente. Sigue adelante.

Y un día te vas a mirar y te lo vas a agradecer. Porque te vas a dar cuenta que absolutamente todo lo que hiciste desde el primer día en el que te sentiste mal, tuvo su recompensa. Que cada mañana en la que te levantaste de la cama y decidiste empezar tu día, contó y valió la pena. Las cosas pasan y el dolor termina, e inclusive aunque ahora la tristeza te nuble la vista, hay un futuro.

Hay vida después del dolor, y es hermosa. Quédate a esperarla, que todo se disfruta el doble cuando es merecido, y tú más que nadie, sabes que te la mereces.

Por: Sol Iannaci – TwitterInstagram