Saltar al contenido

El Perdón que nunca recibí

Me despierto y ordeno mi habitación. Del desorden que dejaste en mi vida ya me hice cargo durante mucho tiempo. Sola y en silencio. Y ya lo organicé.

Nunca tuve oportunidad de decirte nada. La única oportunidad que tuve fue la de correr lejos, y fue lo que hice. Para cuando me cansé de correr, miré hacia atrás, y por suerte ya no estabas. Pero eso no significa que no me haya quedado con palabras por decir. A veces, después de todo este tiempo, las sigo sintiendo como nudo en la garganta. ¿Es eso lo que siento en la garganta? Entonces me recuerdo que esas palabras siempre fueron en vano, y que si existió un momento para hacerte saber lo que me hiciste, ese momento ya pasó. Porque fue antes de correr. Y lo entiendo.

¿Entonces, que es lo que sigue en mi garganta? ¿Que es lo que duele ahí, y en todos lados, cada vez que veo una foto tuya, cada vez que me preguntan por vos?

En mis sueños aparecés. También en mis pesadillas. Pero hay un sueño. Uno recurrente. Y sé que es sueño y no pesadilla, porque ahí existe algo que deja de doler. Entonces despierto y descubro que eso solo significa que algo sigue fresco. Aunque ya está organizado. Aunque sola y en silencio me reconstruí. Todavía algo está fresco, y en ese sueño deja de sangrar. En mi sueño te escucho pronunciar el perdón que nunca recibí de tus labios. Ahí lo decís. “Perdón”, y me mirás arrepentido. Lo puedo ver en tus ojos. Comprendés el dolor que causaste. Lo comprendés y pedis perdón.
Y yo te miro y te sigo teniendo miedo. Y no te quiero de nuevo en mi vida. Y no pienso que seas una buena persona. Pero no es pesadilla, sino sueño. Porque deja de doler.

Y yo te perdono, no porque lo merezcas, sino porque yo lo merezco. Yo merezco ese perdón.  Merezco escucharlo, o leerlo. Yo merezco que el nudo en la garganta cuando te nombran desaparezca.

Pero despierto. Abro los ojos, comprendo que fue irreal, y trago saliva. Y duele.

Será que me destrozaste tanto, que incluso la versión mía curada todavía espera una disculpa. Yo sé que la necesito, aunque solamente funcione como una curita en una herida de bala.
En vano, a destiempo, desproporcionado, e ineficaz: Pero necesario.

Porque si vos podés destruir con la impunidad de quien no pide perdón ni siquiera por cortesía, yo no podría perdonarme a mí misma jamás el haberte querido tanto.

Por: Sol Iannaci – TwitterInstagram