Saltar al contenido

Cómo lo conocí

¿Te has preguntado alguna vez cómo conocemos a alguien?, ¿ocurre cuando nos la encontramos en la calle por primera vez, o cuando nos abren su corazón y vemos cada detalle de su ser? Porque, en ambos casos, estaremos dando un paso hacia lo desconocido. Y ambos escenarios nos harán conocer a alguien.  

Tenemos esa mala maña de responder a las preguntas solo por como suenan, y no por lo que significan. Estamos programados para creer que algunas cosas son simples, cuando son muy complejas. Y asumir otras que jamás deberíamos dar por sentado. ¡Y ese es un gran error! 

Pasa mucho cuando se da a conocer una noticia respecto a alguien y todos están tipo “Pero es que yo no conocía esa parte de él”, o ella. Entonces, ¿te has preguntado si lo conocías en lo absoluto, o acaso nunca te tomaste el tiempo para ver quien realmente era?

También te puede interesar: Cómo ser un buen novio.

Porque si, a pesar de que algunos sepan disimular bien ciertos comportamientos, siempre hay señales que se sueltan al azar para darnos una imagen completa de quien es la persona que tenemos en nuestro alrededor. En la mayoría de los casos somos nosotros quienes las ignoramos a toda costa.  

El tiempo, y los errores, me han llevado a preguntarme cuando conozco realmente a las personas. ¿Es acaso cuando me dicen sus nombres, o cuando me demuestran su personalidad?, porque, para mí, saber el nombre y conocer a la persona se han convertido en cosas completamente diferentes. Sin similitudes.  

Si me voy por la medida básica, yo a él lo conocí en la secundaria. Teníamos un par de años tomando clases juntos, pero no fue hasta que nos hicieron compañeros de laboratorio de biología que llegaos a presentarnos el uno al otro. Y nos vimos forzados a interactuar más de lo normal.  

Yo era una chica promedio, y él era un deportista popular. Si han visto series, o películas, sabrán que nuestros caminos nunca se cruzan. A menos que exista una fuerza mayor nos obligue a transitar uno al lado del otro. Y estoy agradecida de que así haya sido.  

Pero, ¿realmente le conocí ese día o fue algo después?, ¿podía alardear de conocer al capitán del equipo por sólo saber su nombre, o debía ir un poco más allá para poder decirlo con total seguridad? Creo que ya todos tenemos la respuesta en mente de lo que es correcto.  

Con el pasar de tiempo me di cuenta que no era la persona que yo creía. O que todos creíamos. Era alguien más. Alguien que sabía mucho más que anotar un gol, o que le interesaba mucho más que ejercitarse para verse bien en ese pequeño uniforme que usaba tarde tras tarde.  

Era alguien con sueños y ambiciones, que llegaba a tener interés en más de un pasatiempo del que ya se nos hacía obvio. Pero quizá no nos tomábamos el tiempo suficiente para conocer esa parte de él. Tal vez para muchos era suficiente con lo que había en la superficie.  

Fue entonces cuando me di cuenta. Si, sabía su nombre desde hace años atrás. Y nos habíamos presentado de manera oficial hace sólo un par de semanas. Pero, no le conocía. No realmente. Es como ver un libro y creer que sólo le conoces por lo que dice en su portada.  

Conocerlo no fue algo de sólo un día. Me llevó tiempo, semanas. Fue como ir des-configurando cada nueva parte de él hasta que tuve el panorama completo. Hasta que supe quién era. Hasta que él supo quién yo era. Aún en nuestros días grises. En la oscuridad.

Portada: Ilyuza Mingazova