Saltar al contenido

Dale el rumbo que quieres a tu vida

Aunque no estemos al tanto, muchas veces nuestra vida comienza a ser planeada desde que estamos en el vientre de nuestra madre. Son nuestros padres los primeros seres en pensar en nuestro futuro, y lo que les gustaría para nosotros. Como también lo que no.  

Los primeros años de nuestra vida, y algunas veces hasta la adolescencia, nuestro estilo de vestimenta está basado en lo que nuestros padres creen que debemos usar. Descartando de inmediato todo aquello que no creen apropiado para nosotros, aunque pueda llegar a gustarnos. O ayudarnos a forjar nuestra personalidad.  

Y también es fácil verlo con algunas de las actividades que empezamos en edades tempranas. Por ejemplo, a las niñas es más común que se les meta, por defecto, en algún grupo de baile. Mientras que los niños parecen estar predestinados sólo para los deportes. Especialmente si es lo que le gusta al padre.

También te puede interesar: Cómo superar los miedos e inseguridades.

Pero, ¿qué pasa si, de tener la capacidad de elegir en ese momento de nuestras vidas, decidiéramos que queremos exactamente lo opuesto a eso?, ¿estaríamos siendo acaso un poco rebeldes, o sólo estaríamos siendo fieles a la persona que realmente somos, es por ello que muchas veces queremos encajar? 

Cuando somos lo suficientemente conscientes como para decidir cuál es el rumbo que queremos seguir en nuestra vida podemos tener dos escenarios: el correr con la suerte de que estemos sobre el camino correcto, o que nos hayan encaminado exactamente en la dirección incorrecta de nuestros sueños.  

En el primer caso no tiene por qué haber problema. Efectivamente fue un acierto de nuestros padres educarnos de esa manera desde las edades tempranas. Notaron esa chispa que teníamos y nos ayudaron a desarrollarla. Pero, ¿qué pasa cuando esto no ocurre de esta manera?, porque puede ser un gran problema.  

¿Qué pasa si el hijo jugador de fútbol quiere dejarse crecer el cabello, pintar sus uñas de negro, y usar delineador porque quiere dedicar su vida a la música, o si la hija bailarina de ballet quiere cambiar las mallas y los tutús por pantalones holgados y una patineta? 

¿Realmente tendríamos el coraje de comenzar a caminar en dirección contraria a lo que nuestros padres siempre han querido para nosotros?, ¿alguna vez hemos querido para nosotros aquello que nuestros padres se esforzaron por darnos?, ¿o es que nuestros intereses comenzaron a cambiar cuando conocimos mejor al mundo? 

De cualquier manera, en algunos casos, ser nosotros mismos puede ser un problema para la sociedad. Aun cuando no le estemos haciendo daño a nadie, es común ver como “no hemos sido criados para ello”, o “queremos hacer algo que no es natural, que no está bien”. Y esa es sólo otra manera de cohibirnos.  

Aunque para las mujeres sí que existieron etapas más duras, aún existen estereotipos que nos dicen lo que deberíamos, o no, hacer. Como el hecho de ser presidentas, por ejemplo. ¿Qué pasa si nuestro camino de vida se basa en llegar a gobernar nuestro país? 

¿Qué pasa si quiero ir más allá de trabajar en una oficina, siempre siendo la peona de un jefe?, ¿o qué ocurre si mi jefe aborrece llevar la compañía familiar, y decide que su deseo siempre fue el de empezar su propio negocio de repostería, alguien le habría dicho que no estaba bien? 

Lo único seguro es que, cuando no le damos el rumbo que queremos a nuestra vida, por más “buenos momentos” que atravesemos, estos no significarán nada. Por lo que adelante, olvida todo lo que te dicen que debes ser, y asegúrate de vivir cada día de la manera que realmente eres.

Portada: Jude Beck